20 de diciembre de 2015

Ella pone el inicio de todo...



Vas caminando por la calle, sin prisa o con ella depende del día y del momento, observas con detenimiento a los grupos de personas que están hablando en las esquinas independientemente de su edad o sexo. No te importa mirar detenidamente y estar pendiente de cada detalle. La chica rubia del grupo lleva cogido el pelo con la bufanda y el bolso se le está cayendo del brazo izquierdo, el chico de la gorra negra está mirando el GPS del móvil porque no sabe cómo llegar a la calle, el chico rubio mira al móvil y se ríe quizás por los comentarios absurdos que está leyendo en el grupo de Whatsapp y ¿qué contar de la chica morena?

La chica morena es especial, tiene una mirada triste aunque sus ojos son preciosos, esos ojos inspiran confianza. Ella es la que controla al grupo y pone el inicio de todo. Ella es la que ha juntado al grupo después de tanto tiempo sin verse. Ella es la que ha reservado en ese bonito restaurante de la calle. Ella es la chica que apuesta por la amistad y por los amigos y la chica que acaba de cambiar la mirada de tristeza por la mirada de felicidad al ver a la última persona que faltaba esperando a que se ponga en verde el semáforo para cruzar. Claramente acaba de conseguir su propósito: reunirlos a todos en este día tan especial. 

Nunca pensé que un semáforo diese para tanto...


Foto: Carmenbouzas.wordpress.com

9 de diciembre de 2015

Brindo por el amigo que...



Brindo por el amigo que se acuerda de ti cuando tu equipo de fútbol pierde o tu jugador favorito ha hecho algo mal. Por el amigo que te manda un chiste malo porque sabe que te vas a reír de lo malo que es. Por el amigo que te dice: “Nena menuda cara de resaca llevas.” Brindo por J. A.

Brindo por el amigo que no puede estar días sin saber de ti. Por el amigo que no te saluda con un "Hola" sino que directamente te dice: “Estás muy callada, ¿qué te pasa?” o “Tú no estás tanto tiempo sin hablar”. Por el amigo que con una mirada ya sabe lo que quieres decir y se ríe sin evitarlo porque has pensado algo malo o gracioso. Por el amigo que se mete contigo en cada mensaje y al que le respondes peor y no se ofende. Por el amigo que vive lejos y te manda fotos de los sitios a los que va porque se acuerda de ti. Por el amigo que pasados los años, siempre quiere ver cómo te va cuando llega al país y no te da opción a elegir el día para verte sino que te lo impone. Brindo por C.

Brindo por el amigo que se acuerda de todo lo que le has estado contando y que si nota que algo va mal no tiene impedimento en decir: “Que cojo un avión a Madrid y me planto allí para hablar con quien tenga que hablar, eh. Es una amenaza”. Por el amigo que no tiene reparo en saludar con palabras bonitas porque dice que te mereces eso y mucho más. Por el amigo que le da rabia no poder ver a la gente que aprecia más a menudo. Por el amigo que es amigo y es familia a la vez. Por el amigo que te dice: "Que me enfado. Mierda, si es imposible enfadarme contigo.” Brindo por M. P. 

Brindo por el amigo que a pesar del tiempo que llevas sin verle, no aguanta más de una semana sin escribirte. Por el amigo que escribe a cualquier hora del día y que es inevitable no responder al instante, aunque suponga pararte en medio de la calle o sacarte el móvil en medio de una clase y sonreír porque ya se está metiendo contigo otra vez. Por el amigo que no cambia, por el que siempre ha estado, está y estará por mucho que no le veas o por mucho que pasen los años. Por el amigo que quiere lo mejor para ti y que tú quieres lo mejor para él. Por el amigo que te preocupa como si fuera tu propio hermano. Brindo por J.

Brindo por el amigo que lo ha pasado mal y que le echa narices a la vida. Por el amigo que no para porque siempre tiene que estar en movimiento. Por el amigo que está hasta arriba de trabajo y no se espera a acabar el trabajo, sino que tiene que saber más de ti. Por el amigo que dice: “Ven a verme que te hago un hueco”. Brindo por D.

Brindo por el amigo que está disponible a cualquier hora, está por la mañana, tarde, noche y madrugada. Por el amigo que manda notas de audio haciendo el idiota para que te rías porque le has dicho que estás de bajón. Por el amigo que dice: “no me acuerdo de tu cara ya”. Por el amigo que te dice: “Lo peor que hice fue enseñarte a jugar tan bien al billar porque ahora me ganas”. Por el amigo que dice: “Toma las llaves de mi coche y sin correr que nos conocemos”. Por el amigo que no puedes dejar de hablar y viceversa. Por el amigo que miras a los ojos seriamente y no puedes aguantar mucho la seriedad porque te da la risa. Por el amigo que le dices: “Parezco un volcán en erupción” y te contesta: “Joder, contigo no se mete nadie”. Por el amigo al que le pides un favor y tarda menos de 5 minutos en hacértelo. Por el amigo que se sabe tu vida mejor que tu misma y viceversa. Por el amigo que piensas: "Que no me falte nunca". Brindo por J.J.

Brindo por el amigo sensiblón, ese que no tiene reparo en soltar una lágrima delante de ti y das gracias porque se ha cruzado en un buen momento de tu vida. Por el amigo que ves en la distancia y cambia la cara de serio por una media sonrisa y un guiño de ojo. Por el amigo que dice: "Tengo envidia del chico del que te enamores. Menuda joya que se va a llevar. Ojalá fuera yo." Brindo por L. 


Brindo por todos ellos. Todos tan distintos y tan reales. Todos los amigos que te aportan algo en algún momento de tu vida. Todos los amigos que a pesar de los kilómetros de distancia sabes que siempre están ahí y que por circunstancias de la vida no puedes ver tanto como quisieras. Por los amigos que siempre tienen tiempo para mantener la amistad por muy liados que estén. Por los amigos que nunca han dicho: "Estoy ocupado" porque saben que para ti siempre tienen tiempo. Hoy brindo por cada uno de vosotros, por la amistad y porque siempre encontráis una palabra o frase para hacer que la sonrisa de tristeza se convierta en sonrisa de felicidad. 


Foto: Unaestelaluminosa.blogspot.com

1 de diciembre de 2015

El tren



Nadie nos dijo que este mundo iba a ser tan complicado ni que teníamos que luchar tanto por las cosas que queremos. Esta mañana me levanté con ganas de comerme el mundo, dispuesta a poner el ipod y que sonasen las canciones que más me gustaban con las que me parecían más sosas, las que te alegran el día y las que necesitas cuando estás más de bajón y comienzas a encontrarle sentido a cada palabra y a cada rima. Estaba dispuesta a mirar a todo el mundo a los ojos para ver qué sienten, y es que soy así, una mujer observadora que cruza miradas en el metro y en el tren. Estaba nerviosa por coger ese tren, no paraba de mirar el reloj de la muñeca y el del móvil, no lo podía dejar pasar, no podía llegar tarde, era muy importante. El chico que estaba apoyado en la máquina expendedora parecía preocupado, hablaba con un pequeño hilo de voz con alguien al otro lado del teléfono, tenía la mirada apagada y buscaba a alguien que le dijera con los ojos: “tranquilo que va a ir todo bien, es una mala racha”. Llegó el tren y subimos. El chico por la puerta de la derecha y yo por la puerta de la izquierda. Finalmente se sentó enfrente. Lo siento, no voy a escuchar tu conversación porque acaba de empezar mi canción favorita, no quiero dejar de escucharla, pero te regalaré una mirada y una sonrisa si lo necesitas. Sus ojos azules estaban apagados, no le gustaba lo que estaba escuchando y sentía dolor, mucho dolor. Miraba buscando unos ojos con mirada penetrante que le calmasen. Entramos en el túnel y no podía mirar por la ventana porque ya no había paisaje pero sí puedo hacer algo bueno por alguien hoy, mirar a los ojos y sonreír. Puedes estar contento, lo has conseguido. Y esos ojos azules volvieron a brillar con fuerza. ¡Lástima que te tenga que decir adiós! 


Foto: doblei.mx