Todos los días soleados tienen su noche, siempre llega la noche. Pensaríamos que existe un rayo de luz en esa oscuridad y es que la luna siempre brilla allá en la lejanía si sabemos dónde mirar. Hasta el más dulce de los besos a falta de que el tiempo se detenga, que no se detiene, llega a su final. Al más grande y poderoso de los seres, a falta de ser el único, le llega el momento de cerrar los ojos y dormir, sin poder ni control sobre lo que suceda a su alrededor. Y en esta oscuridad terrible de la noche oscura ante la amargura que deja la ausencia de besos y la inseguridad impredecible del sueño, está la belleza, el goce y la tranquilidad de saber que llegará otro beso, otro sueño y otro despertar. Y que serán nuevos y únicos.
Foto: Taringa.net
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