Que nada nos impida estar orgullosos de lo que somos, de lo que nos estamos convirtiendo o lo que queremos ser mañana.
La gente opinará en todo momento sobre nuestra forma física, nuestra forma de vestir, forma de ser o incluso nuestra forma de pensar o actuar, pero nunca, debería opinar sobre nuestra condición sexual o lo que hacemos bajo las sábanas. En cualquier momento de nuestra vida hemos sentido un desprecio con una palabra de gente, que más o menos nos ha ido importando o eran apreciables para nosotros, llegando a sentirnos inferiores o un cero a la izquierda.
Nadie tendría que tener el derecho a decirnos algo para dañarnos o para hacernos sentir inferiores independientemente de la circunstancia o el ámbito en el que nos encontremos. Ni porque a alguien le guste una persona de su mismo sexo o el sexo opuesto. Desgraciadamente, ocurre cada día. Por ello, defended vuestra forma de ser y personalidad.
En el mundo laboral, la mujer ha sido muy partícipe de comentarios machistas por parte de iguales o superiores en algún momento, hasta yo he sido víctima por mi condición femenina, pero nada como seguir el camino y saber que la persona que te está haciendo sentir mal o te está hiriendo solamente es una persona carente de valores y un ser envidioso porque observa en ti algo que no posee. Si esto pasa, denunciad el acoso, aunque vuestra cabeza o alguien cercano os diga que no lo hagáis, dad el paso. Debemos, entre todos, frenarlo.
En el ámbito escolar, ocurre casi a diario. Discriminación, acoso, insultos o daños físicos. Para ello, los padres deberían de contar con las herramientas necesarias y las ayudas de las instituciones para poder detectarlo a tiempo y poder evitar una catástrofe futura. En cuanto a los docentes, no hacer oídos sordos y comunicarlo; muchas veces no lo hacen por miedo a perjudicar su puesto de trabajo.
Foto: Gobierno de México.
Sonando: Forget Me.