23 de marzo de 2020

Mi plan A.


Los ánimos no eran muy gratificantes para nadie, las conversaciones eran buenas o directamente no eran fluidas por alguna de las dos partes... No corrían tiempos buenos para nadie y menos para los que no tenían esperanza o sin algún familiar allegado o un mismo conocido. No era fácil para nadie y mucho menos lo sería. 

Había que sembrar la semilla de la esperanza en los corazones de la gente y era necesario poder luchar con todas las fuerzas y sentimientos o incluso el doble por honor a nuestros mayores y antepasados que había luchado en otras guerras. Por ellos y por nosotros, pero sin olvidar que en nosotros estaría el futuro de las siguientes generaciones. Las fuerzas son mejores y las armas agua y jabón; sin duda el mejor plan A de la historia. Sin sangre derramada pero cuerpos tendidos en los hospitales. 

En estos tiempos que corren y con todo el exceso de información a los que estamos continuamente sometidos y con tanto bulo circulando por las redes sociales, nos resultaba difícil discernir entre la verdad y la mentira. Pero lo que sí era cierto es que el enemigo era cada vez mayor. Un virus casi letal que contagiaba a toda persona que se cruzaba en su camino. El enemigo era grande pero nosotros éramos mucho más fuertes; el ejército sería vencedor y la tropa victoriosa.


Sonando: Para decirte lo que nunca canto, para cantarte lo que nunca digo (Fito y Fitipaldis). 



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